La Isla de la Fantasía.


Artículo de Opinión.
M. Michel Labrín C.
C.I. 13.310.953
PNI 28.495.
 “Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”
Sultana Aixa, madre del último rey islámico de Granada.

                Comienzo este artículo de opinión con un título que nos recuerda una serie de televisión muy popular por los años ochenta, donde a los visitantes de esa isla se le cumplían los deseos más insospechados, en este caso sucede lo contrario, ya que al estudiar lo ocurrido con la Isla Bermeja, isla atribuida a la soberanía de México, que aparece reflejada en mapas que datan del año 1846, como parte del territorio mexicano, y que fue hasta reseñada por Google Hearth, resulta que ahora es una isla de fantasía, y quizás a todos se nos ha perdido algo en la vida, pero, que se pierda una isla!, es un caso digno de reflexión.

Como dice el dicho, “sigue el dinero y encontraras la respuesta”, ¿porque y quien se beneficia con que una isla “desaparezca”?, en este caso; directamente: Estados Unidos,  resulta que al no existir esta isla se desplazaría  hacia el norte el límite de las aguas territoriales de México colindantes con las de los Estados Unidos, lo que permitiría a los mexicanos perder con la soberanía de cuatro quintas partes de la zona del Hoyo de la Dona occidental, una región del Golfo de México con grandes reservas de petróleo, gases y minerales.

La misteriosa desaparición de la Isla Bermeja se convirtió en un hecho noticioso a finales del siglo pasado, cuando el presidente mexicano Ernesto Zedillo negociaba con su homólogo estadounidense, Bill Clinton, un Tratado sobre la delimitación de la Plataforma Continental. México ya había hecho movimientos diplomáticos en la ONU para asegurarse el control de la Hoya de la Dona. La punta de lanza de la postura mexicana era el islote Bermeja, pero cuando en 1997 comenzaron las negociaciones, resultó que ya no estaba donde todos los mapas la venían situando desde el siglo XVI. Para constatar la existencia de dicha isla, México envió varias expediciones científicas y militares las cuales regresaron con sombrías noticias para México al no encontrar rastro de la misma. En pleno siglo XXI la geopolítica del petróleo y el gas rediseñan la geografía y la política global. De ahí que la importancia estratégica de esa isla radicara en la riqueza energética que guarda el fondo del mar mexicano.

Finalmente, Zedillo y Clinton firmaron el acuerdo el 28 de noviembre de 2000, quedando el área de interés y la enorme riqueza de sus fondos bajo control estadounidense. Algunas estimaciones calculan en más de 22.000 millones de barriles el petróleo que perdió México al verse privado de esa zona del Golfo que lleva su nombre.

Claro está, que se sumaron una serie de acontecimientos extraños que conllevaron a que EEUU fuese favorecido, como el hecho de la desaparición de las reuniones, acuerdos y sesiones de los políticos que representaron al país antes de la firma del tratado, la muerte en un extraño accidente de tránsito del único congresista mexicano que estaba en contra de la firma, la teoría conspirativa de que la CIA coordino la destrucción de la isla por medio de explosiones controladas, todo ello genera suspicacias en torno a la desaparición de la isla o si en realidad fue una “Isla de Fantasía”.

 Lo que si es cierto, es que quien no cuida lo que tiene a pedir se queda, y como venezolano, al comparar los hechos y las acciones de los países con más poder sobre aquellos que por una razón u otra se dejan influenciar o sucumben ante ofrecimientos políticos y económicos, no dejo de preocuparme por los acontecimientos que se vienen desarrollando en torno al conflicto entre Guyana y Venezuela, sobre los derechos de los territorios marítimos del mal llamado “territorio en reclamación”, ya que son conocidas las reiteradas incursiones de compañías petroleras estadounidenses y británicas, que son amigas del gobierno Guyanés en busca de petróleo y gas en dichas aguas. 

Por ello es necesario defender la soberanía, ya sea incrementando la presencia de personal civil y militar en Isla de Aves, continuar con las negociaciones de una forma más enérgica y menos complaciente con Guyana y reformular los tratados del Caricom y Petrocaribe, todo ello con miras a que se nos vea como una nación que defiende su territorio, que no por ser rica en petróleo y otros recursos naturales va a regalarlos o ceder ante la presión de gobiernos foraneos.

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